El campeón del mundo en 400 libre lleva una semana nadando en solitario en las instalaciones del club coruñés. “Me siento un privilegiado”, dice.
Tras siete semanas de trabajo en seco haciendo ejercicios de core y remo ergómetro, Garrido ha vuelto a su hábitat natural, donde mejor se desenvuelve. El pasado mes ya pudo zambullirse algunos minutos en la piscina de diez metros que tiene en su casa en el municipio costero de Mera. “El agua estaba congelada y atado a una cuerda elástica entrenaba solo cuando hacía buen tiempo”, cuenta. Cuando el Gobierno dio libertad horaria a los deportistas de alto nivel, el joven coruñés decidió ir a la playa para nadar con traje de neopreno.
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